jueves, 26 de noviembre de 2009

Tres actitudes que diferencian a España de Europa

1. Los perros y otros animales de compañía

Se permite entrar con el perro a cualquier sitio, lo que incluye restaurantes, bares y numerosos hoteles. Los perros pueden viajar en autobuses y tranvías urbanos y se facilita su transporte en otros medios. Solamente algunos supermercados restringen la entrada.




En España no se puede entrar con un perro a ningún sitio. Me pregunto si en tiempos de crisis económica se habrán evaluado las pérdidas que esta actitud española supone.

2. Las bicicletas

Se permite el transporte de bicicletas en autobuses urbanos y tranvías. Tienen un vagón específico fácilmente identificable en los trenes.
Los carriles bici no se plantean como obras faraónicas de prestigio político sino como necesidades básicas de peatonalización y descontaminación de los entornos urbanos. Una simple brocha, pintura y plantillas con la forma de una bicicleta son los únicos instrumentos necesarios para convertir un espacio de acera en carril bici.



En algunas capitales de provincia españolas empiezan tímidamente a asomar algunos carriles bici. La mayoría de ellos son inadecuados, mal planteados y extremadamente caros.
Se debería tomar ejemplo de muchas ciudades europeas.
Los pomposamente llamados planes de movilidad suponen en España penosas obras públicas para justificación de los políticos locales. En la mayoría de los casos es imposible ir al trabajo o a la compra en bicicleta, muchas veces se encuentran en las afueras y sin conexión.

Carril bici en Berlín. Imagen extraida de http://www.planetizen.com/node/30500




Ya que las vías verdes suponen el reconocimiento del fracaso del transporte de viajeros y mercancías por ferrocarril podrían aprovecharse al menos para desarrollar una red de carriles bici estudiados no exclusivamente para el ocio sino para la interconexión de núcleos urbanos.

El planteamiento, no obstante es el contrario: rédito político a corto plazo en lugar de opciones reales como alternativa al coche.


3. El reciclado

En una sociedad capitalista el reciclado es un trabajo que se paga -al menos parcialmente. Debe ser así. Vaciar, limpiar, clasificar y transportar todo lo reciclable hasta los puntos específicos supone un trabajo y es pagado como tal.
En los almacenes de bebidas de Alemania los cascos de las botellas se reciclan lo mismo que antes se hacía en España, es decir, se entrega la botella vacía a cambio de un descuento al adquirir las llenas.
En Noruega y en Alemania existen máquinas ubicadas en los supermercados en las que se introducen los cascos de vidrio o pet y se recibe un ticket de descuento en caja.
Por otro lado, una vez más, el reciclado no se contempla como una buena acción por parte de los ciudadanos que pugnan por introducir un número muy limitado de objetos a través de ranuras minúsculas. Reciclar se considera una necesidad medioambiental racional y un comportamiento lógico. Los contenedores son abundantes y fáciles de usar.

En España existe el grupo llamado Ecoembes, sin ánimo de lucro, formado por empresas capitalistas.
¿Cuál es la razón de que se instruya a la población en el sentido de que se deben reciclar sólo ciertos recipientes o materias y no otros? Obviamente, el beneficio económico que supone la posibilidad de una clasificación en los hogares en lugar de un complejo tratamiento de los residuos en las factorías de reciclado, con lo que se encarecería el proceso.
¿Es posible que los beneficios del reciclado reviertan en los ciudadanos? Indudablemente, los beneficios medioambientales nos tocan directamente pero, al ser Ecoembes un grupo de empresas ¿Cómo vuelven a los ciudadanos los beneficios contantes y sonantes?

Imagen extraída de Kompass